De los buenos, de los que jugaron en París la Recopa de Europa. De los leones que guardaron la portería del Zaragoza como un fortín, tanto en la Romareda como fuera de casa.
Resiste bravo jugador, ¡aguanta! ¡No te duermas, Fernando!
Las últimas noticias son tranquilizadoras: que respondes, que entiendes lo que te preguntan y contestas, al menos por signos. Gracias al cielo.
Corremos el riesgo de olvidarnos de lo que te pasa. Los humanos somos así. Apenas unas semanas que nos enteramos del desgraciado accidente y ya no se dice nada. Los acontecimientos vuelan, nuevas noticias ocupan nuestro tiempo y nuestra curiosidad y lo que pasó hace unos días se ha hecho viejo y pasado.
A lo sumo se nos dice que evolucionas bien, que no vas peor; pero las noticias escasean. Te pido que no te duermas; que te mantengas despierto.
Que mantengas despierto el espíritu que siempre te caracterizó; el espíritu de la Recopa. ¡Ah! Si en vez de una mortífera y envenenada bala hubiera sido una pelota dirigida en buena lid hacia la portería. Tú la habrías detenido y desviado a otro lugar que no causara ningún daño.
Pero esa bala iba dirigida a ti. Con la peor intención.
Un momento de necedad absoluta. Unos… ¿qué decir? casi unos niños en un instante cruel, queriendo demostrar que son capaces de formar parte de la maldad absoluta: ser capaces hasta de matar por nada. Y en medio, tú. No tenías escapatoria.
¡Ah, si hubiera sido un balón! Pero no; era una bala artera, endemoniada, asesina.
Fernando, tú no te canses de vigilar, no te duermas; aunque luego nos digas que fue un sueño. ¡Resiste!